El destino del Mundo

Dios creó nuestra historia y a ÉL nos debemos

lunes, 19 de febrero de 2018

En la Biblia se encuentra lo que necesitamos saber para la salvación

“No basta saber lo que otros han pensado o aprendido acerca de la Biblia. En el juicio cada uno deberá dar cuenta de sí mismo a Dios, y cada uno debería aprender ahora por sí mismo cuál es la verdad.”. – Ellen G. White, La Educación , p. 188.

“Hermanos, aferraos a vuestra Biblia, a lo que dice, y terminad con vuestra crítica en cuanto a su validez, y obedeced la Palabra, y ninguno de vosotros se perderá.” – Ellen G. White, Mensajes selectos, vol. 1, pág. 20.
“En su Palabra, Dios confirió a los hombres el conocimiento necesario para la salvación. Las Santas Escrituras deben ser aceptadas como autorizada e infalible revelación de Su voluntad. Ellas son la norma del carácter, el revelador de las doctrinas, la piedra de toque de la experiencia religiosa. “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redarg:uir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” – II Timoteo 3:16, 17. ” – Ellen G. White, O Grande Conflito, p. 9.
” La salvación de nuestra alma está en juego y debemos escudriñar por nuestra cuenta las Santas Escrituras. Por arraigadas que sean las convicciones de un hombre, por muy seguro que esté de que el pastor sabe lo que es verdad, nada de esto debe servirle de fundamento. El tiene un mapa en el cual van consignadas todas las indicaciones del camino para el cielo y no tiene por qué hacer conjeturas. El primero y más alto deber de toda criatura racional es el de escudriñar la verdad en las Sagradas Escrituras y luego andar en la luz y exhortar a otros a que sigan su ejemplo. Día tras día deberíamos estudiar diligentemente la Biblia, pesando cada pensamiento y comparando texto con texto. Con la ayuda de Dios debemos formarnos nuestras propias opiniones ya que tenemos que responder a Dios por nosotros mismos.”. – Ellen G. White, El conflicto de los siglos, p. 584.


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